Extranjera

Qué fácil acostumbrar los ojos, perder la extrañeza en la mirada. El asombro, la maravilla. Hace ocho años que el fracaso personal y económico me empujaron fuera de mi país natal. Desde entonces he vivido en X., Y. y Z., y he cambiado de casa como mínimo una vez al año, a veces más. Mi vida está a diez mil kilómetros del que fue mi país y cuando vuelvo a él me encuentro extraña, como si ya no fuera como los otros y solamente fingiera ser la misma que un día se fue. Aquí en Hong Kong soy, y siempre seré, una extranjera, lo que ellos (ellos, los otros) llaman gweilos, los fantasmas blancos.


Extranjera y sin embargo a veces siento como la mirada ha caído en la rutina y se me olvida la sorpresa. Reconocer al mundo de fuera como diferente, abrazar que aquí soy yo la diferente, la extranjera. ¿Quién nos dice quién somos? ¿Dónde está nuestra identidad? La conciencia de existir, la percepción individual de cada uno de nosotros. La identidad se establece en relación con los otros. En los lazos que nos unen, la lengua que hablamos. ¿No es el otro el espejo en el que nos miramos para saber quién somos? ¿Dónde pertenecen los que ya no pertenecen a ninguna parte? Italo Calvino dijo una vez que “el sitio ideal para mí es aquel en el que puedo vivir de manera más natural como un extranjero”. Con la mirada limpia y sorprendida de los niños, con curiosidad. Soy extranjera.

Foto propia

Comentarios

  1. En el texto sobreviene la bruma que se percibe en las fotos. Como si el fantasma blanco dejara caer su velo allí. Me hiciste pensar en mis sobrinos, que hacen su vida en otras partes. Uno de ellos me escribió un día que no sabía dónde estaba su casa. Me encantó esta entrada.

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  2. Los mundos que vemos con ojos de exilio, de extranjero, de peregrino, siempre son distintos. Cada una de estas fotos tiene muchos mundos.

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